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Reflexiones

Un tío con suerte

Debo ser un tio con suerte, mucha gente me lo dice. Me lo decían allá por los 18 años cuando comencé a echarme la mochila al hombro y escaparme con vuelos de bajo coste a recorrer Europa, cuando poca gente de mi edad se animaba a hacerlo. Cambie las vacaciones en el pueblo por un inter-rail por Europa o una ruta con easy-jet por el Reino Unido. Después viví en Italia, Irlanda y ahora en Japón. Durante este tiempo cuando le cuentas esto a la gente muchas veces la reacción suele ser, que cabrón, que suerte tienes. En éste mismo blog mucha gente me lo dice en repetidas ocasiones.

Y yo así lo creía, soy un tipo con suerte, wow! Hasta que viaje a Argentina (vaya suerte no?!), un mes de viaje de ensueño que se convirtió en mi mejor viaje hasta la fecha, no solo por el sitio, si no por las circunstancias y sobre todo la compañía. En ese viaje nos perdimos por las profundidades de Argentina, esos lugares donde los turistas habituales, esos que van para un viaje de 1-2 semanas y que se limitan a Buenos Aires y el Perito Moreno no ven. En esos momento perdidos conocíamos a muchos mochileros auténticos, de los que se dedicaban a recorrer mundo como hizo Ignacio Izquierdo. Y uno de estos fue un tipo, vasco si mal no recuerdo, que me recordaba a mi amigo de la infancia Jaime, tanto en la cara como en los gestos, como en la forma de hablar. Fue compañero de viaje nuestro durante unos cuantos kilometros de subida hacia uno de los glaciares perdidos en la montaña. En una de las paradas nos contó que era un comercial exitoso en España hasta que se dio cuentaquee tal espiral de exito y dinero no le llevaba a ningún sitio. Necesitaba parar un poco, recapacitar y reconducir su vida. De esta forma se fue con su mochila y cuatro cosas al hombro a recorrer el mundo en un viaje de 6 meses. Un viaje de 6 meses de los que ya llevaba vividos 9. Si la cosa se estaba alargando bastante y solo llevaba el continente de América, su siguiente salto sería a África.

Ante esto y nosotros embriagados por el aroma y la libertad del viaje no podíamos si no sentir una profunda envidia y por tanto decirle, jue que suerte tienes tio, nosotros solo viajaremos para un mes ya nos gustaría continuar la aventura. Cambio algo su alegre semblante para contarnos algo, una lección de la vida que siempre recordaré. Nos dijo: «No tengo suerte, no me ha tocado la lotería ni nada por el estilo, esto simplemente ha sido una decisión en mi vida. Si crees que tengo suerte y que es mejor que lo que tu tienes, haz lo mismo.» Tras un par de minutos más el se cansó de descansar y emprendió la subida, nosotros nos quedamos con sus palabras retumbando entre nuestras cabezas y la inmensidad de las montañas.

Las palabras siguen retumbando ahora igual que entonces, ahora entre rascacielos de Shinjuku, marabuntas de asiáticos o templos entre bosques milenarios. Esas palabras me repiten una y otra vez que no es suerte lo que tengo, simplemente en cierto momento de mi vida decidí vivirla así. Ignacio Izquierdo llego hace nada a Madrid, su ciudad tras 533 de viaje de «Vuelta al mundo». Aquí os recomiento encarecidamente que antes de seguir leyendo lo que yo pongo os leáis todos su post en el que cuenta su vuelta tras 533 días: Ignacio Izquierdo, de vuelta

Bien, un genial post no? Pero me quedo con una de palabras suyas:

Ahora los recuerdos se apelotonan, como si hubiera estado muchas veces de viaje, sin darme cuenta de que ha sido uno solo. Hace un año y medio que me fui de aquí, sacrificando muchas cosas. Muchos momentos importantes en mi vida cercana en los que no he podido estar, que no he podido compartir con la gente que me importa.

No se puede tener todo y por lo tanto no me arrepiento. Fue una decisión consciente. Sé que soy un privilegiado simplemente por haber tenido si quiera la posibilidad de plantearme hacer algo así. Para mucha gente no es solo impensable, es también imposible. Cada situación tiene sus ventajas y sus inconvenientes, ninguna situación es completamente ideal. Al igual que en un día a día rutinario pasar tanto tiempo de viaje tiene sus días fantásticos y emocionantes, pero también sus días aburridos, horribles y en los que nada te sale bien.

No se puede tener todo, se elige y has de estar contento con tus decisiones, sabiendo que al decidir una cosa desecharas todas las otras y dejarás muchas cosas atrás. Yo hoy por hoy soy feliz en Japón estoy donde quería estar. Sacrifico la comodidad que tenía en España, el no tener problemas con el idioma, la cultura, el trabajo, etc. sobre todo sacrifico los momentos cercanos como los llama Ignacio, el poder estar con mi familia, con mis amigos. Pero hoy por hoy he decidido esto. Los sacrificios no empezaron aquí, comenzaron cuando decidí venirme a Japón, hace ya 5 años. Sacrifiqué el poder tener todas las cosas que podría tener, mis amigos se compraban enormes televisiones de plasma y vivían en buenas casas. Mientras yo lo hacía en una casa de menos de 30 metros cuadrados y con la pantalla de mi ordenador. Y aún con todo más feliz que una perdiz porque tenía un objetivo.

Ahora cuando la gente me dice que que suerte tengo de estar aquí me suena un poco a insulto. Recuerdo los 4 años de ahorro, el año y pico de estar lejos de mi familia y amigos, los esfuerzos para aprender idioma y cultura… He pagado un alto precio por estar aquí, un precio que cualquier que quiera venir de verdad puede hacerlo, pero claro quizá a tan alto precio no queramos pagarlo. Entonces quizá no fuera la suerte lo que me trajo hasta aquí, si no la ilusión y las ganas.

Eso si, reconozco que si tengo suerte, en realidad mucha. De haber nacido en el primer mundo, de haber nacido en ésta epoca y no hace 50 o 60 años y demás cosas. Acepto de buen grado que mi abuela me diga que que suerte tengo, que me lo diga uno de los indígenas que conocí por el Norte de Argentina que se moría de envidia porque visitaríamos el sur de su país que el nunca podría permitírselo… Pero no acepto que me lo diga un compañero de universidad o un vecino de mi edificio 😉

Aquí y ahora, es lo que importa

Es increible lo que hace la mente humana, como empiezas a leer algo que te recuerda a una cosa, de ahí saltas a otra y a otra y cuando te das cuenta estas pensando en algo que no tiene nada que ver. En realidad creo que hay que prestar atención a estos pensamientos porque muchos aunque parezcan nimios llevan hasta a algún punto importante. Voy a contaros de forma muy resumida un pensamiento/reflexión que acabo de tener. No solo porque crea que pueda ser interesante para vosotros, que quizá no lo es, si no porque seguro que es importante para mi yo futuro que tiende a olvidar esta reflexión, por mucho que acabé llegando muchas veces a esta misma conclusión, la misma a la que llegaré una vez tras otra.

Pongamonos en contexto caigo en un post que me ha gustado mucho: 1998 el año en que todos fuimos indies. Por la cabeza miles de recuerdos y pensamientos. Primero: que como te gusta la música que no podrías vivir con ella, que te sientes identificado con el tipo del post, que se introdujo en la música indie por aquellas mismas fechas. La suerte que tienes de estar rodeado de gente tan músical como Javi, Sebas o el erudito pero taliban musicalmente hablando de Ferchu, que hacen que tu cultura musical crezca aun siendo tu un poco inutil en lo que a ritmo y compás se refiere.

Luego te atrapa una reflexión banal (a priori), como puede cambiar la gente tanto. Como puede Dover empezar con esto:

Y acabar con esto otro:

Y es que esto hace que hasta el Let me out suene a música de verdad… bueno no… tanto no 😉 Luego pensé que claro era jodido sostener un grupo cuya principal baza es que la cantante tiene una voz medio rota, así como algo afónica que mola. El problema es que la voz medio rota se rompía del todo cada dos por tres y no es lo mismo escuchar a una cantante con la voz medio rota que con la garganta destrozada y sin voz. Seguro que un logopeda curo sus problemas de habla y con eso toda su capacidad de sorprendernos. Unido, por supuesto, a que dar saltos por los escenarios con tacones de 10 centímetros rojos seguro que era más complicado.

Y la reflexión final

Y ahora se encamina más mi reflexión. Seguí leyendo el artículo, pensando en aquellos tiempos, en como cambiamos todos (sin excepción, yo el primero) ya sea para bien o para mal, nunca podemos saberlo (bueno en el caso de Dover si que podemos :P), solo cambiamos. Y empiezas a pensar en aquellos tiempos, en recuerdos, en lo genial que era todo y lo bien que te lo pasabas y demás. El siguiente pensamiento es obvio y todos llegamos a el. Por seguir con el tono musical del post digamos que como dijo Karina «buscando en el baúl de los recuerdos, cualquier tiempo pasado nos parece mejor».

Luego traté de hacer un ejercicio de empatía hacia mi mismo, hacia mi yo del pasado. Mi yo del futuro le visita y le cuenta como soy, una persona lejos de ser perfecta, pero cumpliendo sueños, sueños que por esas fechas que no tenía y otros que ya rondaba mis cabezas, creo que sin dudas me alegraría de muchas cosas y me aliviaría saber que mis problemas de entonces se han desvanecido en su futuro, nuestro presente. Esos problemas de cuando tenía 15 años eran un mundo para mi: quiero esas zapatillas que todo el mundo tiene, porque estoy en clase si quiero hacer otras cosas, porque esa chica que me gusta no se fija en mi, mañana tengo que entregar un trabajo que no he empezado y que me avisaron con 2 semanas de antelación o como me lo montó cuando tenga que llevar los 4 suspensos a casa… Todas esas preocupaciones me parecen lejanas y no tan importantes pero no lo eran en su momento y eso es lo importante, si para ti algo es importante no importa que para los demás no lo sea, es que es lo es. No se si me seguís o ya comienzo a divagar.

De repente tuve una visita de alguien… Era yo mismo, mi yo del futuro que vino a hacer lo mismo que acababa de hacer con mi yo del pasado. Me visitó y me contó que fue de mi vida y vaya, no todo fue un camino de rosas pero las cosas habían ido bien no se de que me preocupaba tanto. Tan solo me preocupaba una cosa de mi yo futuro y es que le veía un tanto melancólico, algo que mi yo del pasado con 15 años y en plena edad del pavo no pudo notarme a mi mismo. Le pregunté que que es lo que le pasaba y el me dijo que echaba de menos esta época, cuando todo era tan genial mientras se desvanecia volviendo al futuro. Yo pensaba que era curioso pues era lo mismo que yo pensaba de mi yo pasado.

Mientras me encontraba abstraído en estos pensamientos escribiendo este post, mi ordenador me advirtió de que llegaba un correo. Era de mi yo del futuro al que había despedido hacía un rato. Me decía que el acababa de tener una visita de su yo futuro también y que le había dicho exactamente lo mismo que el a mi, que todo iba bien y que echaba de menos esa época de su vida. No podemos evitar añorar el pasado, así como también es inevitable esperar con excitación el futuro, no es malo ni mucho menos. Solamente no nos olvidemos de vivir con intensidad el presente, que de todos los tiempos siempre es el mejor. Porque el pasado ya lo has vivido y el futuro ya lo vivirás.

Cumpliendo un año en Japón

Es increíble la de aniversarios que cumplo por estas fechas, será porque Septiembre es el comienzo del curso escolar. Sea como fuere hace unos días hizo 6 años que pise por primera vez Japón, ayer mi blog cumplió 7 años, hace 8 que empece la universidad (si y todavía no la he terminado :S), pero lo más importante de todo hoy se cumple un año desde que llegué a Japón. En este tiempo tan solo un periodo de 15 días pasados en España el resto en Japón entre unas casas y otras. Un muy (de verdad) escueto resumen sobre el año:

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Diferencias culturales II: En la ducha SOLO sale agua!!

Continuo con la saga de las diferencias culturales que comencé hace un tiempo con ¿Te ayudo?. En esta ocasión quiero hablar de una diferencia cultural motivada por una diferencia lingüistica. Sobre esta diferencia cultural me puso Miguel sobre la pista con este comentario. Comencé a fijarme sobre ello y me di cuenta de lo gracioso del asunto. Os paso a contar.

Pongámonos en situación una frase ficticia que no se si ha dicho mi novia pero que puede haber dicho perfectamente: «Uff hoy como hacía mucho calor me he duchado solo con agua». A lo que puedes pensar y normalmente con que te duchas? Alguno de los botones del baño servía para añadir algo al agua? Esto que un día te da por preguntar y llegas al meollo de la cuestión, que es muy sencillo y lógico, pero no por ello ni mucho menos sorprendente.

Resulta que en Japón utilizan la palabra «Mizu» (agua) para indicar el agua fresca, cuando hablan de agua caliente se refieren a ella con otra palabra, más concretamente como «oyu». Así pues al hablar en castellano suelen conservar este concepto en su forma de pensar así que cuando dicen que solo sale agua del grifo quieren decir que no hay agua caliente. Así pues la frase que mi chica quería decir, nosotros la hubieramos dicho así: «Uff hoy como hacía mucho calor me he duchado sólo con agua fría«. Fin del misterio, ya sabéis como reaccionar si alguna vez un nipón os suelta una de estas. Atentos a nuevas diferencias culturales venideras 😉

Imagen | Steve de Polo

Conociendo una ciudad

Cuando visitas una ciudad conoces sitios el 90% turísticos y si te mueves un poquito más, te esfuerzas o tienes un poco de suerte a veces descubres ese 10% de su identidad no turística. En ocasiones la identidad turística y la real están más cerca y en otras no tienen nada que ver; la turística no es más que una fachada para que venga la gente de fuera a gastarse el dinero y a hacer fotos. A mi siempre me ha gustado tratar de conocer la identidad de una ciudad, tratar de calar más hondo, ir más allá de lo propuesto por las guías. Para esto puedes guiarte por consejos de blogs, de gente que vive en la ciudad y que va compartiendo con cuenta gotas auténticas perlas, retazos de vida auténtica en la ciudad. Y aún con todo no conocerás la auténtica ciudad, ésta solo la conocerás cuando vivas en ella. Es necesario sumirte en su rutina, en sus costumbres, verte «obligado» a seguir sus horarios de trabajo y de comidas, de parranda y de irse a dormir, incluso sufrir las inclemencias de su tiempo o aguantar las impertinencias o bondades de sus ciudadanos. Todas estas cosas y muchísimas más conforman el cómo es una ciudad por sus adentros.

No os voy a venir aquí a lo Willy Fogs contanto las muchas ciudades en las que he vivido, porque se que hay gente que lo ha hecho en muchos más sitios que yo. Si bien, si creo que en unos pocos sitios he estado y son bastante diferentes el uno del otro como para resultar bastante pintorescos. Quiero resumir en un párrafo cada uno de estos sitios y luego hacer una de las reflexiones que a mi tanto me gusta hacer en alto por aquí.

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Allá donde fueres haz lo que vieres: «las propinas»

Antes de contaros mi rollo creo que sería bueno que leyerais este buen artículo de alguien que se expresa mucho mejor que yo: «Turistas: ojo al timo de las propinas». Si estáis muy vagos y no queréis leerlo os lo resumo resaltando los puntos que me interesan. Los españoles no estamos acostumbrados a dejar propinas, en los países anglosajones es obligatorio dejar el 15% y luego una crítica al sistema de como hace que el servicio empeoré, los temas fiscales y demás…

Pero a mi me interesa hablar y desarrollar un poco los dos primeros puntos. Estos son, los españoles no dejamos propina. Esto me gustaría puntualizarlo con el hecho de que si que se deja pero como recompensa por un buen trato o se dejan las vueltas, es decir si pagas unas cuenta de 48 euros, no cogerás las vueltas y estas cosas. Pero esto no tiene nada que ver con los países anglosajones donde esto no tiene nada que ver ya que la propina es obligatoria y con una cantidad ya cerrada, hasta donde yo se del 15% normalmente. En realidad esto no es tan distinto de lo que en España se hace por servir cafe en la mesa y no en la barra o en la terraza en lugar de dentro, estas pagando un servicio. Sin entrar en detalles de si nos gusta o no, esto es así. Yo creo que tenemos que ver esto como que el servicio no esta incluido en el precio e igual que no nos iríamos sin pagar el extra por servirnos en una terraza o no dejaríamos de pagar los postres debemos pagar este servicio.

Cierta persona me decía que no recoge las bandejas de los restaurantes de comida rápida, porque cree que es algo que deben hacer por el, porque paga por eso. Pero la cuestión es que no lo hace, al entrar en este establecimiento sabes que no tienes servicio incluido en el precio y por eso es barato. El servicio contempla solo tener la mesa limpia, que te atiendan en el mostrador y unos baños limpios (esto no siempre se cumple, pero es otro tema). Ahora bien, si te parece caro ese menú sin incluir esos servicios no vayas. Es como si dejas de pagar un 20% de tu compra del super mercado porque te pareció cara.

En Estados Unidos las propinas estan todavía más instauradas que en el Reino Unido o Irlanda y ahí si que digamos que son verdaderamente obligatorias. Y viniendo de este país otra cierta persona me decía que había pasado de pagar las propinas y no volvían a los mismos restaurantes por esta razón. A mi modo de ver esto se llama robar y es que estas marchándote sin pagar una parte del precio. Para más inri esta persona visitaba locales donde la cena salía por 100 dolares pero no era capaz de pagar la propina! Vamos a ver! cuenta con este precio, tenlo en cuenta y ve a sitios donde puedas pagar todo, el servicio también.

Con esto os quiero decir, si vais a uno de estos países no seais cutres, pagad vuestras propinas que son el servicio y en realidad el sueldo del camarero. No nos engañemos a nosotros mismos diciendo que vamos de luchadores enmascarados de una cruzada contra las propinas obligatorias contra los malvados empresarios. En realidad no dejas la propina por tacañería y si dejas de pagarlo al menos reconoce las razones por las que lo haces!

(Ale, ya me quedé agusto 🙂 )
Disclaimer: Como siempre hablo de algunos casos en concreto, pero que nadie se de por aludido es una crítica generalizada, no personalizada.

La fotografía pertenece a Daquella Manera y se encuentra bajo licencia Creative Commons

La vida como carrera de fondo, no como sprint

Con las reflexiones que me marco a veces por aquí habrá quien se piense que me creo el más listo del mundo, ni mucho menos, son solo reflexiones que me salen mejor si las escrito que si solo las medito. Además tiene la ventaja añadida de que puedo comentarlas con vosotros y así enriquecer mi punto de vista. Pero es importante no olvidarse de que son opiniones y puntos de vista, cosas que me ha enseñado la vida o que yo he creído entender que me enseñaba la vida. Y si algo me ha enseñado la vida es que SIEMPRE se puede estar equivocado y no reconocerlo es de necios.

En este caso lo que me carcome la cabeza desde hace un tiempo son los objetivos a largo plazo, el vivir la vida para un inmediato futuro. Cuando era más joven vivía la vida en un poco un inmediato «carpe diem» con espectativas de futuro, pero sin pensar que el futuro era tan largo (siempre que todo vaya bien claro 😉 ) Cuando coges un trabajo lo ves en vistas a cuanto ganarás ese año y que podrás hacer y demás. Este tipo de pensamientos son importantes, claro. Pero creo que igual de importante es pensar como afectarán tus decisiones a largo plazo, es decir dentro de 10 años y cosas así. Esta claro que es impredecible y que vete a saber, pero al menos creo importante el ejercicio de reflexión.

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Ahorrando en Japón: la arrocera

Siempre he sido bastante aficionado al ahorro, primero por cuestiones de necesidad y segundo porque me parece que practicar el consumo inteligente es lo mejor y de esta forma podemos disfrutar más de nuestro dinero y en lugar de gastárnoslo en cosas «obligatorias» podemos emplear ese dinero en viajes o comprar cositas o simplemente ahorrarlo. Además después de haber estado escribiendo durante unos meses para Ahorro Diario supongo que habré creado algo de deformación profesional. En particular me gusta pensar en los gastos que a medio/largo plazo pueden producirte un ahorro.

El detonante de este artículo fue un pensamiento que a su vez fue generado por una conversación con un amigo. El comentaba que no tenía arrocera en casa porque le salía demasiado caro. Lo primero es explicar que es una arrocera para los que estéis más perdidos, se trata de un aparatito que sirve exclusivamente para hacer arroz, ni más ni menos. El funcionamiento es sencillo metes la cantidad de arroz que se indica, el agua, cierras la tapa, le das al botón y en unos 25 minutos tendrás tu arroz de estilo japonés listo para degustar. En un país como Japón que todo plato va acompañado de un poco de arroz es bastante poco probable encontrar una casa sin arrocera por estas latitudes al igual que una casa en España no es casa sin micro-ondas.

Si no consumes arroz es normal que no tengas arroz pero si te has adaptado a la comida local es más que habitual que comas al menos dos boles al día uno para comer y otro para cenar. La alternativa a esto son unos paquetes de arroz precocinado que viene en unos paquetes que tras calentarlo 5 minutos en el micro-ondas esta listo. Esto es un producto que viene de maravilla para un día que vas con prisa o así, pero para el consumo diario no es un ahorro ni mucho menos es un gasto, si vas a estar viviendo en Japón consumiendo arroz durante bastante tiempo. Vamos a echar números para vez cuanto tiempo deberíamos estar comiendo arroz para que nos rente la compra de una de estas maquinitas. Los números estan echados para un consumo creo que habitual de arroz, cambiandolos un poco podríais adaptarlo a vuestro uso en concreto.

Para ello vamos a ver cuanto cuesta cada cosa. Las arroceras las hay de todos los colores y precios, pensemos en una baratita pero decente. Aprovechando una visita al Don Quijote (una tienda de aquí) miré la arrocera de oferta. No es la más barata, no he investigado nada pero para hacernos una idea nos vale encontré una con buena pinta por 8000 yenes (unos 75 euros). El arroz depende también de la calidad y de donde lo compres, yo el que compro es uno decente y a un precio decente, salen 5 kilos por 1800 yenes. En cuanto a los paquetitos de arroz instantaneo sale por 270 yenes 3 paquetes.

Aquí llega un punto de imprecisión en los calculos, que los haremos un poco a ojo de buen cubero. Los paquetes de arroz esto estan cocinados por lo que pesan más que el arroz «crudo» yo he calculado a ojimetro que el arroz crudo serían 40 gramos por porción. Por lo que cada paquete de 5 kilos equivaldrían a 125 porciones. Por lo que cada porción de arroz sin cocinar sale a (1800/125) unos 15 yenes. Y en el caso del arroz cocinado nos sale la porción a 90 yenes cada una. De esta forma esta claro que es mucho más caro, pero claro hay que introducir en la ecuación la arrocera de 8000 yenes, si solo la usaramos para los 5 kilos nos saldría por (1800+800/125) a algo menos de 80 yenes!!! Es decir tan solo consumiendo un paquete de 5 kilos ya habríamos amortizado la arrocera.

Y cuanto tiempo se tarda en consumir una bolsa de 5 kilos? Pues si vas al mismo ritmo que con los paquetes precocinados tendríamos como decíamos 125 raciones. Si consumimos dos raciones al día en 62 días ya lo habríamos consumido, es decir en 2 meses. Si en lugar de una persona eres dos lo consumirías en la mitad de tiempo claro. Por tanto si vas a vivir más de dos meses en Japón te merece la pena comprar una arrocera. Además de que podríamos ajustar mucho más esto comprando de segunda mano la arrocera o al volver a nuestro país vendiendo la nuestra o incluso las dos.

Por eso y como con todo esto del ahorro no pienses que comprar un aparato solo para cocinar arroz que cuesta 8mil yenes es un gasto grande, si no que es un ahorro a medio plazo. Lo mismo es aplicable a muchas otras cosas. Esta claro que habrá quien diga que consume la mitad de arroz o lo que sea, pues entonces haced vuestros propios calculos, pero hacedlos! no déis por sentado que una opción es más o menos barata sin echar números. Al margen de todo esto el arroz cocinado esta mucho más rico y estoy seguro de que es también mucho más sano.

Fotografía | Bajo CreativeCommons de GeishaBot

Diferencias culturales I: ¿Te ayudo?

Que Japón y España tienen culturas muy distintas no creo que sea algo que pille de sorpresa a nadie. Es por ello que sabía que hace ya más de 5 años cuando comencé a salir con mi chica, japonesa como ya sabéis, sabía que tendría que lidiar con estas diferencias culturales. Todo esto se vio incrementado en el momento que me vine a vivir a Japón, ya dentro de poco hace un año. Por todo esto me enfrento diariamente a las diferencias culturales, unas veces de una forma más directa y otras veces pequeñas sutilezas. Son estas pequeñas cosas, las menos obvias, las que más quebraderos de cabeza dan pues como no te das cuenta en seguida de ellas no puedes comprender en el momento que algo va mal. Mi intención es ir hablando aquí de varias diferencias culturales con las que me he ido encontrando.

Hoy iremos con una de esas sutilezas, quizá es algo que mucha gente que tenga relación con Japón se haya dado cuenta en el momento, quizá otros ni se lo plantearon aún, a mi me resulta extremadamente curioso. Primero aclaremos mi forma de entender un termino que yo creo que todos los españoles entendemos igual. Si alguien esta haciendo algo y tu le dices que le ayudas se sobre entiende que ese algo vais a hacerlo juntos. Por ejemplo si alguien esta poniendo la mesa y le dices que si le ayudas, los dos lo haréis. Solamente veo una excepción a esto que es cuando la tarea solo puede ser realizada por una persona al mismo tiempo o es mejor así. Por ejemplo alguien esta abriendo un bote y le dices ¿te ayudo? Lo abrirás tu sólo normalmente, o si alguien lleva una caja pesada y le dices trae que te ayudo. Bueno, no me enrrollo más creo que esta clara la cosa. Resumiendo las frases «¿Te ayudo?» o «¿Lo hacemos juntos?» son en la mayoría de los casos sinónimas, al menos en cuanto a que lo que sucederá después será lo mismo.

Ahora bien en Japón esto no es así. Si alguien dice te ayudo, quiere decir que esa persona lo hará. Si quiere decir que lo hagáis entre los dos, te dirá vamos a hacerlo juntos. Esto que parece una tontería a veces acarrea algún que otro inconveniente. Mi novia que es la dulzura en persona tiene un genio bastante terrible de vez en cuando especialmente cuando no colaboro en las tareas domésticas (miedito…) Así cuando esta haciendo algo, tipo barrer, hacer la cama, fregar o algo así yo solía decir: ¿Te ayudo? y ella me miraba con una mirada de odio que cojonaría al mismisimo Chuck Norris y me decía: Lo hacemos juntos ¿no?. Yo me quedaba así un poco agilipollao y decía, si claro, claro… A la tercera vez ya empezaba a decir ¿Lo hacemos juntos? aun sin comprender yo diferencia entre las dos cosas. Hasta hace no mucho que comentando el tema nos dimos cuenta de la tontería y nos reimos bastante.

Dentro de no mucho más diferencias culturales que vienen muy bien saber si tenéis relación de algún tipo con este mundo nipón, ya sea por trabajo, familia o simplemente porque venis de turismo por aquí.

Mis inicios en el mundo de Apple


Hoy por la mañana mientras desayunaba leía/veía esta entrada de vidas en red en la que mi amigo Julio cuenta sus experiencias de neófito en el mundo de mac. Me llamaron la atención varios comentarios en tono crítico en su blog hacia el por haberse «vendido». Entonces comence comentando porque creo que esas personas terminarán callandose la boca, para ello contaba mi experiencia en el mundo de Apple (Mac). El comentario se me fue de las manos, me quedó larguísimo y he decidido convertirlo en post, creo que es de interesante lectura, sobre todo para los que criticais sin parar a Apple, aunque seguro que tras leerme como no os podéis callar me criticaréis más aún 😉 Comenzamos:

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