Siempre que viajas o tienes una aventura nueva te sucede lo mismo, el tiempo se pliega sobre si mismo y hace que pierdas la noción de él completamente. Llevo por Japón casi dos semanas y a veces me parece que fue ayer pero si lo pienso me parece que llevo una eternidad y al revés a veces me parece una eternidad pero si lo pienso se me ha pasado en un suspiro.
De momento no me he tenido que enfrentar demasiado a la realidad, lo comentaba la semana pasada con unos amigos, he llegado aquí y el primer día ya tenía teléfono, casa, tarjeta para viajar, una persona que me guiase hasta mi nueva casa, que me dijera que trenes coger y que me ayudaba en las tiendas con las cosas que tengo que comprar. Así que la experiencia esta siendo más descafeinada de lo habitual. Por un lado me da pena no tener las vivencias de tener que enfrentarte a algo tu solo, porque se que eso te hace más fuerte y te hace crecer más rápido, pero también puede reforzar otra cosa y es la añoranza de tu país.
Sea como fuere, genial que sea así, agradezco un montón estas ayudas que estoy teniendo y se que mucha gente daría mucho por tenerlas 🙂 Como Hiro trabaja en casa también y tiene un horario bastante flexible puedo hacer el 95% de la vida con ella y cuando salgo a la calle ella es un apendice de mi, haz esto, pregunta lo otro, que es eso y que es aquello. Esto es una ayuda inestimable, pero también un escollo para integrarme en el país, corro el riesgo de acomodarme y acostumbrarme a esto.
Ayer Hiroko salió a pasar el día en Chiba por lo que yo me quedaba sólo, esperaba encontrar un plan para la noche, pero como aún no tengo demasiadas relaciones por aquí me quedé un poco colgado, pero no hay mal que por bien no venga, empecé a ponerme al día con cosas que tengo pendientes desde hace bastante. A la noche me vi en la necesidad de salir a dar una vuelta, en principio solo dar una vuelta por los alrededores y comprar algo en alguna tienda para comerlo en casa. Pero según bajaba en el ascensor decidí ir a un lugar a comer fuera, total el precio es muy similar y lo pasaría mejor. Yendo a buscar donde cenar vi que el ambiente era realmente animado en la calle y decidí que iba a buscarme un bar donde tomarme una cerveza.
Me metí en las profundidades de Shinjuku (nuestro barrio) y vi cosas muy divertidas e interesantes. Vi como Tokyo ha cambiado en los 5 años desde que estuve la anterior vez, vi que Japón o más bien Tokyo es una ciudad super moderna a los niveles de Londres, Barcelona o Berlín (no conozco Nueva York), pero a la vez continuan con las tradiciones, sigues viendo reverencias y ejecutivos con sus maletines sentados en puestos de ramen e incluso gente que entre todo el bullicio se anima a acercarse a un templo, quizá para pedir suerte en conseguir pareja esa noche, no se… Veo a gente que se supone que esta muy cohibida pero que sale disfrazada a la calle, que gritan y se divierten, pero que si se chocan contigo se ponen serios y te hacen un reverencia (bueno esto no todos, pero si muchos 😉 )
Pero además de todo eso vi que no entendía nada, que no me podía hacer entender, que me era completamente imposible intentar confundirme entre la multitud. Y con confundirme no quiero decir pasar desapercibido, soy consciente de que aquí un tio de 1,80 de 100 kilos y peludo llama la atención pero veía a otros gaijins (extranjeros) hablando con japoneses en lo que a mi me parecía un fluido japonés y me di cuenta de que necesito ya ponerme las pilas si quiero integrarme por aquí.
El viernes de esta semana que entra tengo la clase de orientación en la escuela, tengo muchas ganas de conocerla y empezar a aprender. Por fin tengo las ganas de comenzar a estudiar que no tenía desde hace 7 años cuando comencé la carrera y que se diluyeron con el paso de los meses al darme cuenta de que la informática como se estudia en nuestro país es un fiasco, pero eso es otra historia… Quiero esforzarme mucho y poder empezar a ser un poco menos gaijin (persona de fuera).
Por cierto, al final acabe cenando en casa y sin tomarme ni una cerveza 😉